lunes, 9 de marzo de 2015

Pozo de hielo de Lanaja

Lanaja es un municipio situado geográficamente en la comarca de Los Monegros, entre Alcubierre y Sariñena, siendo pues para mi un lugar de paso habitual ya que frecuento estos parajes y debido a ello en ocasiones me detengo a mirar cosas, cierto día cuando iba camino a Zaragoza me detuve a tomar el aire en lo alto del pueblo, nada más cuando se termina el núcleo habitado y entrando por una pista de tierra hacia la izquierda existe un mirador, que por cierto ofrece buenas vistas del pueblo y los alrededores. Pues en ese sitio hay una especie de cubierta de cemento de forma convexa con un tapa de cristal y verja de forja, luego mirando hacia dentro por la rendija entendí que estaba posado sobre la cúpula de una estructura subterránea construida en piedra y de tamaño considerable, se trata de un pozo de hielo, más bien de un pozo para almacenar el hielo.

El pozo está ubicado en el Saso, un montículo que domina todo el pueblo y antiguamente se utilizó para conservar el hielo que se recogía en la época invernal para luego ser aprovechado el resto del año.
Panorámica de Lanaja desde el Saso
Pues bien, teniendo en cuenta que estamos en una zona estepárea y el pueblo tiene una altitud que no supera los 400 msnm por lo cual la climatología no permite almacenar hielo cuando las temperaturas empezaban a subir una vez superada la época invernal, debido a ello en varias localidades se construyeron estos pozos o neveras que debido a su configuración y ubicación podían mantener una temperatura estable y aseguraban el abastecimiento del tan preciado hielo.
 
Se sabe que antiguamente el poder tomar una bebida fría o degustar un helado era realmente un privilegio, pues había que esperar a que nevara y precisamente en estos lugares no suelen producirse nevadas duraderas y cuando lo hacia pues recogían el hielo que se formaba en las pozas de agua para poder ser aprovechada, otra manera de conseguir hielo era la de ir directamente hacia las cumbres de las altas montañas para aprovisionarse ya sea en la sierra del Guara o incluso en el mismo Pirineo, este trajín resultó más difícil aún ya que precisaba el desplazamiento de varios kilómetros lo que para aquella época en tiempo suponía uno o dos días de labor. 
 
Cúpula del pozo vista desde el interior
 
Vano circular en la bóveda
Detalle de la alineación de las piedras
El pozo de Lanaja constituye un claro ejemplo de la arquitectura tradicional de la región y es un ejemplo de recuperación del patrimonio, hace algunos años se empezó con las labores de restauración a cargo del ayuntamiento. Dicho pozo está asentado sobre una base subterránea de planta circular y paredes de mampostería elaboradas con  piedra local insertadas de manera lineal con argamasa. En la parte superior las piedras van encajando unas con otras y van sobresaliendo hacia la parte central para dar lugar a una magnifica  bóveda  circular la cual deja ver en su parte central una ventana redondeada o vano de 1,62 m de diámetro la cual servía para la ventilación e iluminación del así como para facilitar las labores de llenado extracción del pozo. 
 
Las dimensiones para el pozo son exageradamente grandes, llegando a tener una altitud que supera los 10 metros por otros 6 metros de diámetro, pudiendo albergar pues un importante volumen de material gélido.
 
 En la base del pozo existe un pequeño túnel excavado en la roca que hacia la función de desagüe ya que por ahí se evacuaban las aguas que se derretían y se evitaba que ésta entrase en contacto con el hielo, lo que mermaría el tiempo de conservación.
Base circular del pozo
 Para acceder a su interior dispone de un pasillo de 6 metros de longitud con orientación hacia el sur y que desemboca en una puerta ubicada a nivel de la media altura del pozo, con la reforma se ha instalado una escalera en caracol que permite llegar al fondo del pozo.
 
Escalera de acceso y a la izquierda el túnel de desagüe 
Más o menos a comienzos de noviembre cuando se daban las primeras heladas el pozo debería estar preparado, lo que se hacia era construir múltiples balsas en las inmediaciones para luego con las heladas el agua convertida en hielo se trasladaba al pozo. En la base del pozo estaban ubicados unos soportes de piedra y sobre la misma un entablado de madera y ramas constituyendo una plataforma en la cual se asentaría el hielo picado y la nieve, de esta manera se impedía que tomara contacto con el suelo. Una vez introducido el hielo éste se pisaba para compactarla, esta labor condicionaba a que los obreros pudiesen congelarse, para lo cual se cubrían los pies con lana y  piel de cordero que los aislaban del frio. Las capas de hielo compactado tenían un grosor de aproximadamente 50cm y se cubría con una nueva capa de ramas y hierba, de esta manera se iban apilando varias capas de hielo hasta que se llenaba el pozo y era en ese momento ya cuando se cubría el vano y de cerraban las puertas de acceso.
 
 La venta del hielo a los pobladores se realizaba en el propio pozo, una vez entrada la primavera era cuando empezaba el proceso de extracción, se cortaba en bloques y se introducían en unos recipientes de madera especiales para ello que le daban la forma de panes.